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Pinilla de los Barruecos

El pueblo de Pinilla de los Barruecos se localiza de un paraje envidiable y realmente pintoresco.

El nombre de Pinilla se cree que viene por las peñas del pueblo, más conocidas como Alto de la Peña y Peñacastillo, donde parece ser que hubo un castillo, que fue destruido por las continuas disputas que por la villa tuvieron lugar entre la Abadía de Silos y algunos nobles medievales. Destacan también las llamadas piedras de San Roque, que constituyen un signo distintivo del pueblo desde la lejanía.

Pinilla se caracteriza por un casco urbano magistralmente ordenado que da la imagen del pueblo agradable y acogedor que es con todos los que le visitan.  Hoy sufre los envites de la despoblación rural pero llegó a tener 414 habitantes a mediados del siglo XIX.

ARQUITECTURA TRADICIONAL Mezcla las antiguas casonas de chimeneas cónicas con casas de reciente construcción, sin que esto rompa la armonía general. También destaca la fuente medieval.

NATURALEZA Y RUTAS. A las formaciones rocosas que caracterizan el pueblo hay que añadir cerca de 2.000 hectáreas de pinos, sabinas, robles y el magnífico marco formado por la Peña de Villanueva y el pico El Cerro, de 1.130 metros de altitud. Además de sus espléndidos parajes, la villa de Pinilla ofrece a los amantes del senderismo numerosas rutas a pie o en bicicleta para admirar y conocer la belleza de la Sierra en estas tierras que sirven de transición entre el valle del Duero en la provincia de Soria y las cumbres de la Demanda y Carazo.

Se pueden hacer varias rutas como la que va de Pinilla a Mamolar recorriendo uno de los sabinares mejor conservados de la provincia de Burgos. No en vano , parte de su término municipal se encuentra dentro del Parque Natural de los Sabinares del Arlanza.

FIESTAS Y TRADICIONES Conserva Pinilla de los Barruecos una de las tradiciones típicas de la comarca serrana como es la pingada del mayo. Son los mozos los que van al monte y marcan el pino, que ponen de pie en medio de la plaza. Celebran sus fiestas patronales en honor de San Cristóbal, pero también recuerdan con misa y procesión las fechas de San Isidro, San Roque y la Virgen en julio.

 

Gete

El pueblo de Gete, pedanía de Pinilla de los Barruecos, es una pequeña localidad en la que vive habitualmente una docena de habitantes.

A Gete se llega desde la N-234. Saliendo de Salas de los Infantes en dirección a Soria, se toma el desvío que lleva a Pinilla de los Barruecos y, al poco, un ramal que sale de esta carretera a mano derecha. El paisaje que rodea al pueblo es muy hermoso y e idóneo para dar agradables paseos y realizar excursiones.

HISTORIA. Aunque hay vestigios arqueológicos que aseveran que la zona estuvo poblada (no se sabe si ininterrumpidamente) desde la Edad de Hierro, y que pudo ser un asentamiento con influjo celta, los registros referenciados que encontramos son de la Baja Edad Media. El origen de esta población, por tanto, hay que buscarlo en el proceso de reorganización del territorio que tiene lugar desde finales del siglo IX. La población como tal no aparece en ningún documento, sino en relación con las posesiones que diferentes miembros de la nobleza local entregan en el siglo XI al monasterio de San Miguel de Silos. En todo caso lo que podemos identificar como el antecedente del actual núcleo de población parece que se fue conformando a lo largo del siglo XI o tal vez en la centuria precedente, posiblemente incardinado en el Alfoz de Lara pese a que parte de la jurisdicción perteneciera al monasterio de Silos desde mediados del siglo XI.

PATRIMONIO MONUMENTAL. Destaca en la villa su iglesia dedicada a la Inmaculada. En el templo parroquial de estilo románico sobresale su alta torre, en la que se aprecian las reformas posteriores a la torre inicial. Corona la torre un campanario con una veleta de forja.

PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO. Destacan también unas tumbas antropomórficas que los vecinos han utilizado siempre como abrevadero para el ganado.

Gete cuenta con la ruta de los Altares Célticos, ubicados en las rocas, formando un conjunto ritual para ceremonias en las que se sacrificaban animales, se derramaba su sangre y posteriormente había un banquete con los animales sacrificados. La ruta nos lleva a conocer los cinco altares celtas que hasta ahora se han descubierto en la localidad. La zona en sí está considerada como un santuario celta, con un papel relevante en la historia, al ser límite geográfico entre tribus de pelendones, turmogos y vacceos.