Juan Velaz, religioso burgalés que pasaría a la historia como san Juan de Ortega, se entregó plenamente durante toda su vida a la tarea de ayudar a los peregrinos que caminaban hacia Compostela.
HISTORIA Los romeros se veían a menudo asaltados por los bandidos que aprovechaban los despoblados y los intrincados bosques de Montes de Oca para desvalijar a los jacobeos. No faltaban tampoco los abusos protagonizados por portazgueros sin escrúpulos, San Juan de Ortega, discípulo de santo Domingo de la Calzada, aprendió de éste las técnicas de la arquitectura y la ingeniería. Su labor constructora no se limitó al monasterio (que fue habitado por Agustinos y Jerónimos), sino que también trazó caminos, erigió puentes y desecó terrenos pantanosos, facilitando así el tránsito por el Camino.
PATRIMONIO MONUMENTAL La iglesia del Monasterio de San Juan de Ortega tiene su origen en la segunda mitad del siglo XII, cuando se construía la cabecera y transepto, interrumpiéndose las obras hasta que se reanudaron a finales del s.XV, ya en estilo tardogótico, finalizando las naves, la fachada occidental y el soberbio mausoleo gótico que se sitúa en el centro del templo. El ábside central del templo, tiene una estructura muy especial en sus ventanales que tienen diez arquivoltas en degradación, creando un singular juego de luces y sombras con la luz de los amaneceres. La escultura monumental se reparte en 76 capiteles con mención especial al triple capitel del arco triunfal del ábside del Evangelio, que reproduce el ciclo de la Natividad completo. Este capitel es admirado universalmente, ya que en sus equinoccios a las 5 de la tarde (hora solar) es protagonista del “Milagro de la Luz”, cuando un rayo de luz ilumina el capitel de la Anunciación, donde la Virgen, con las manos juntas, recibe la luz vespertina. Se trata de un fenómeno donde se mezcla lo artístico, lo religioso y lo astronómico, que llena de emoción al visitante.
El templo al completo debió construirse teniendo en cuenta este fenómeno natural que tiene que ver con la posición de la Tierra y el Sol en el Universo para calcular que todos los días 21 de marzo y 21 de septiembre apareciera este Milagro de la Luz, que fue muy conocido ya en tiempos medievales. Sobre todo generó mucha devoción en el equinoccio primaveral, que tiene lugar 9 meses antes de Navidad, lo que reforzaba la idea de que el templo tenía poderes para facilitar la fertilidad. Al parecer la mismísima Isabel la Católica peregrinó de rodillas hasta la entrada del templo para ser bendecida con hijos.
Destaca también el sepulcro de San Juan de Ortega, una joya del románico final español, completamente decorado con figuras y escenas de relieves elegantes, original factura y cuidada labra.
Y no desperece la monumental cabecera con la que el visitante se encuentra al llegar a la plaza de la localidad, pudiendo contemplar uno de los más hermosos ábsides del románico español, gracias a sus armoniosas proporciones y a su ingenioso juego de columnas donde se apoyan arcos superpuestos.