Se encuentra esta villa atravesada por el trazado de la actual carretera C-113, ruta que une Salas de los Infantes con la localidad riojana de Nájera, a la altura de su kilómetro 14.
HISTORIA Los habitantes de Barbadillo de Pez aún recuerdan con orgullo que esta villa fue en su día «la capital de la Sierra», así como que el río Pedroso a su paso por el pueblo, fue y sigue siendo lecho de sabrosas truchas. Cuentan los habitantes del pueblo que tal era la fama de las truchas, que hasta los caballeros de Fernán González bajaban aquí a pescar. Lo cierto es que, efectivamente, fue cabecera de alfoz en la época del Condado de Castilla (siglos X y XI), e integraba a Riocavado, Bezares y Barbadillo de Herreros. A partir del siglo XI, se integró en el poderoso Alfoz de Lara. La situación del pueblo en pleno camino de los grandes rebaños trashumantes le concedió una notable prosperidad durante varias centurias. En los siglos XVI y XVII, las poderosas familias ganaderas levantan las casas blasonadas que confieren un aire noble al caserío de Valdepez.
DEMOGRAFÍA Y POBLACIÓN A mediados del siglo XIX Barbadillo del Pez contabilizaba en sus padrones 523 habitantes censados (68 en el año 2019).
ARQUITECTURA POPULAR. De Valdepez, como es llamada también la villa, descienden ilustres linajes, de los que en la actualidad se conservan sobrios escudos tallados en piedra que adornan múltiples fachadas de casonas. Es Barbadillo uno de los pueblos de la comarca serrana que mejor conserva la arquitectura popular. Son característicos los soportales a lo largo de la vía principal, unos de ilustre madera y otros de corte más moderno, pero en perfecta armonía con los antiguos. Otro elemento característico es el puente que salva el Pedroso uniendo las dos partes en que se divide al pueblo.
PATRIMONIO MONUMENTAL Y TRADICIONES La iglesia de El Salvador, de corte renacentista, destaca por sus retablos barrocos que datan del siglo XVII. Pero del templo que más orgullosos se muestran sus paisanos es de la ermita románica a los pies del monte Mencilla, que se alzó en honor de Santa Julita y San Quirico, dotada de un ábside semicircular y de un arco triunfal que rompe con la sobriedad propia del románico. A esta ermita acude el pueblo y ante la presencia del sacerdote, es tradición que se bendigan los campos y se canten letanías. También se sube a la ermita en procesión en el mes de mayo, pasado el día de la Ascensión.
Valdepez es una villa que sabe conservar sus tradiciones. Una de las más arraigadas es la celebración del día de Acción de Gracias. A mediados de septiembre sacan a su patrón San Roque en procesión y, posteriormente, en los soportales que conforman la plaza, se prepara en grandes ollas la típica caldereta serrana a base de carne, patatas, cebolla y pimientos. Una de las tradiciones que no han perdido es la celebración del Carnaval, que se sigue viviendo como antaño: los jóvenes confeccionan una especie de vaquilla con mantas y cencerros y persiguen a las mozas y las manchan con pintura de color azul. Barbadillo del Pez, junto con las localidades de Vallejimeno, Quintanilla de Urrilla y Hoyuelos de la Sierra, conforma la Mancomunidad de Trasomo y todos juntos celebran el sábado anterior al Corpus la tradicional Romería a Santa María del Rebollar. Para encontrar los orígenes de esta tradición hay que remontarse al siglo Xl, cuando Alfonso Vlll, rey de Castilla y Toledo, a cambio de 2.000 carneros, cedió a los cuatro pueblos los terrenos conocidos como Trasomo. En esta romería es típico que cada pueblo acuda con sus pendones y estandartes y se saluden los alcaldes de manera oficial antes de la misa y la fiesta. Cada pueblo sube un pellejo de vino para satisfacer la sed de sus vecinos. Más tarde, en el mes de septiembre, se celebra el Día de Rebollarcito, en que se produce el cambio de alcalde y cabildo y se entregan las llaves de la ermita al pueblo de turno.
NATURALEZA. Resulta indudable el valor ambiental de todos los pueblos que se sitúan a orillas del Pedroso. Desde aquí se pueden realizar numerosas rutas de senderismo, todas ellas de indudable belleza.
Existe también un árbol singular (según el catálogo de los 111 árboles singulares de la provincia de Burgos), el Roble Borracho. En el camino que va a la ermita de Santa Julita, un poco más adelante se encuentra este árbol, en lo que fue un cruce de caminos de carreteros y trashumantes que, según cuentan, celebraban los tratos y se despedían con una fiesta en la que todos se emborrachaban, incluso el roble.